El mundo del diseño es un mundo apasionante, lleno de sensaciones y estados de animo contrapuestos, como una montaña rusa.
Abres el correo… bandeja de entrada… recibidos. Varios renglones en negrita te anuncian nuevos pedidos, nuevos trabajos. Hay veces que llegan en mejor o peor momento, hay veces que llegan con más o menos inspiración, incluso hay veces que llegan cuando no puedes más y estas desbordado. Esta profesión es así. Inestable, imprevisible,… y a veces hasta insoportable e inexplicable. La sociedad laboral en la que vivimos no presume de orden y previsión, con lo que el trabajo de creación siempre suele traducirse en un “corre mucho y hazlo bien”. Todo ello sin hacer mención al clásico chantaje económico del “eso no os costará mucho hacerlo”.
El ritmo muchas veces es incontrolable, y la planificación que intentas llevar te salta cada semana por los aires. Pero es tan bonito. Si te gusta tanto como a nosotros, crear es tan gratificante, tan divertido. Poner en tus manos las ilusiones, ideas, pensamientos de otras personas es tan apasionante. Que este descontrol que lucha por superarte y vencerte al final casi nunca lo consigue.
Amar este trabajo es vivir cada día olvidándote del reloj, de los problemas. Y convertirse en tu pasión. Y esta pasión es lo que hace que te emociones cuando terminas un proyecto de mucho esfuerzo, que te enorgullezcas cuando un trabajo esté bien resuelto, o incluso que te caiga esa lagrimilla cuando el cliente te da la enhorabuena por lo que has creado. Esa gasolina hace que ni un solo día de todos estos años que llevamos diseñando, nos haya costado ponernos a trabajar. Que no exista la pereza dentro de las 4 paredes de este despacho.
Cada día son ilusión, son retos, son proyectos. La pasión por lo que haces es lo que te mueve cada minuto, y te sirve para superarlo todo. Siempre tendrás dificultades e inconvenientes que te lo hacen más dífícil, pero de esta manera los puedes llevar dando el 100% de ti, con energía y vitalidad. Y eso es lo que nos hace rodar a diario, sin que nos cueste trabajar tantas y tantas horas, o quedarse una noche sin dormir para hacer una entrega, y abordar proyectos que se te “enquistan” varias semanas.
Nuestro día a día al final es así. Frenético. Pero nosotros lo convertimos en apasionante y divertido, porque esto nos va, nos engancha. Y lo hacemos con toda la pasión, la pasión por los nuestro.