Un mal vicio que nos sale muy caro

26 de noviembre de 2014 El Viajero

Un mal vicio que nos sale muy caro

Esa mentalidad de que las cosas no se pagan al momento, la trasladamos a todos los aspectos de la vida y los negocios.

España es ese país donde se puso de moda el «ya te lo pagaré» o el «anótamelo», hace ya muchas décadas. Donde la gente para comprar y pagar, siempre calculaba por lo que podía tener, y no por lo que verdaderamente tenía. Donde nos cansamos de ver tiendas en las que en épocas navideñas las colas de financiación daban la vuelta a los mostradores. Y donde en definitiva, todos quisimos y seguimos queriendo «tener», muchas veces sin «poder».

Ya hace muchos años que no acostumbramos a eso de «cuando cobre pasaré a pagarte», «te lo iré pagando poco a poco», «apúntalo, y ya vendré a pagarlo todo de golpe»,… y lo peor de todo, esta manera de ser, este vicio, que parece tatuado ya en nuestra genética, también se ha contagiado a la forma de trabajar de gran parte del tejido empresarial español.

El trabajo, el servicio, la materia prima,… se pide, se hace, pero no se paga una vez finalizado, y en muchas ocasiones, no se paga nunca, aunque este ya es otro tema. Tan sencillo y tan duro como eso. El compromiso profesional sólo lo acepta una de las partes, y normalmente la otra solicita, exige y obtiene un trabajo o material, sin asumir ese responsabilidad con la otra parte. Y no me refiero al ya habitual pago a 60 días, ni a las comunes y maratonianas formas de liquidación de las instituciones publicas. Me refiero a ese mal vicio de «yo te pido ahora, pero ya lo cobrarás cuando pueda, o quiera».

"El trabajo, el servicio, la materia prima,… se pide, se hace, pero no se paga una vez finalizado, y en muchas ocasiones, no se paga nunca."

Se trata un círculo vicioso, que se hace tan extenso como extenso sea el número de empresas implicadas. Mientras una no pague a la siguiente, esta no pagará a la otra, y así sucesivamente. Existe, por norma habitual, un extraño muro dentro esa combinación de empresas, en la que la urgencia sólo puede traspasarlo en un sentido. La obligación, la seriedad y el compromiso profesional no es de carácter retroactivo, y al final suele pasar como siempre, el peor parado es el último de la fila: el trabajador o autónomo, que cobra «tarde, mal y nunca»

Cierto es que por el camino, son muchas las empresas damnificadas, que no pueden hacer frente a los pagos por no tener liquidez, ni recibir a su vez el cobro de otras empresas. Aunque esto no es sólo un problema de la crisis. Prueba de ello son los escalofriantes datos del PMcM, que publicó la gráfica donde se ve claramente que estamos a la cabeza de la morosidad, y en la que detalló fuera de gráfica, que las empresas de IBEX son las que más retardan los pagos a proveedores. Curiosamente las empresas más poderosas de nuestro país.

La crisis, por tanto, sólo ha hecho que acrecentarlo, pero esto es un problema de actitud, de no querer cambiar esa manera de endeudar al siguiente, del «tú la llevas». Al final, se resume todo es eso, un mal vicio, que nos sale muy caro a todos.

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